martes, abril 13, 2010

Locos por el fútbol

Vengo a contarles una historia de locura, de pasión, frustración y amor. Una historia que tal vez a mis hijos y nietos no les interese, que probablemente olvidaré fácilmente con el pasar de los días o semanas pero, que en este momento, es un lindo cuento del alcance que el fútbol tiene en la vida.

Vengo en buena racha a pesar de la falta de sueño debido a las obras viales que toman lugar en mi calle desde ayer; desde hace unas semanas no puedo pedir más del deporte. Gracias a la anticipación que ha generado la presentación de una nueva camiseta de mi selección, los viejos modelos han pasado a un segundo plano, y en el plano mercantil sabemos lo que esto significa: rebajas. Mi vena coleccionista ha surgido de la nada y he hecho una que otra adquisición (1 2 3 4-5). Como pasa con las colecciones incompletas, quiero más, las quiero todas.

No me había dado mala vida a la hora de buscar ampliar mi colección. Tengo apalabrada la compra de esta camiseta gracias a un pana, pero como no he sufrido para conseguir mis joyitas, no tengo historias que contar acerca de ellas y no siento que haya hecho gran cosa, a pesar de tener 5 camisetas distintas, una colección semidecente.

Hoy tuve la oportunidad de cambiar eso.

Verán, mi posición con respecto a las cábalas, lo espiritual y lo sobrenatural es de escepticismo a tiempo conveniente. Más coloquialmente "no creo en esa vaina pero de que vuelan, vuelan". Hoy, martes 13, me tocó sufrir las vicisitudes del destino.

Mi despertador decidió tomarse la mañana libre (por cuarto día laboral consecutivo, debería hacer algo al respecto) y, por más que pude alargar mi descanso en una hora, despertarme gracias a un estridente grito maternal y alistarme (despertar, bañarme, vestirme, café, higiene dental) en 15 minutos para tener una mínima oportunidad de llegar a tiempo a mi trabajo. no fue nada bonito Naturalmente, gracias a mi apuro olvidé mi billetera, mi teléfono, peinarme y quién sabe qué más.

En el camino a mi trabajo, caminando muy rápido, concentrado en llegar temprano y escuchando Muse para poder despertarme al 100%, cosa que mi laburo exige, vi de reojo un tipo con una pinta normal: gorra negra de los Yankees, pantalón gastado de jean negro, sentado tomando café y fumando cigarro, hablando con su amigo y una camisa normal, vinotinto. Un momento, ¿vinotinto? Tuve que mirar nuevamente mientras caminaba rápidamente. Mis sospechas se confirmaron: el señor tenía una camisa vieja de la selección de Venezuela, para ser más exacto esta. Estaba llena de tierra y descuidada, así como quien no sabe que tiene el Kino ganador en sus manos y lo maltrata en vez de idolatrarlo.

El tipo tenía un aspecto descuidado, como su camiseta. Desaliñado como un colorido personaje habitante de las calles, o un honesto obrero falto de preocupación por su vestimenta que de todas maneras se va a ensuciar. De cualquier manera me pareció interesantísimo ver esto justamente un martes 13, y dos días antes de haber hablado con un par de amigos sobre buscar exhaustivamente esa camiseta.

Una linda coincidencia, sin duda alguna, pero no tuve tiempo de pensar en las posibilidades hasta después de llegar al trabajo. Hablé con mi alumna sobre lo que me había pasado y dije para mis adentros: "carajo, a ver si lo consigo al salir de aquí y le trato de comprar la camiseta. Total, le doy una nueva y algo de plata y no podrá decir que no"

Dicho y hecho, en el camino de vuelta a la casa tomé la contaminada y enfermante avenida principal, en busca del 'loquito' que me convertiría en el futbolero más feliz de Venezuela aunque fuese por una semana. Con la buena dinámica que me rodeaba, y las ganas de voltear la cábala del martes 13, tenía un buen presentimiento.

Desafortunadamente, no lo encontré, y pregunté en la línea de taxi que queda a 5 metros de la escena del crimen y no sabían nada, pero estarían pendientes. Decepcionado, volví a casa para contarle a las personas que me siguen en Twitter de mi descalabro futbolístico. Uno de ellos me sugirió ir tras él. Total, si era un loquito no podía irse muy lejos y si era obrero debía trabajar cerca del lugar.

Hablé con un buen amigo y colega bloguero al respecto:

- Chamo, ¿crees que el tipo acepte una camisa limpia y 50 lucas?
- Nojoda, por 50 lucas te da un riñón.
- Ah bueno, una camisa vieja para que se cambie y una caja'e cigarros.
-
¡Ahora sí estás pensando como un capitalista!

Ilusionado, accedí, hice mi maleta (4 franelas limpias, alguna tenía que gustarle) y emprendí mi pequeña expedición. Presto a recorrer La Urbina en su totalidad, caminando un montón, lo cual tengo contraindicado por problemas de tobillo. Pero bueno, el fútbol es así.

En primera instancia, revisé cuando quiosco se topara conmigo, así como lugares donde vendieran empanadas o billetes de lotería, guiado por mi misantropía y el mal pensar, creyendo que el tipo era un loquito borracho que buscaba su fortuna instantánea o un bocadillo mañanero. No hubo suerte en más de un kilómetro de camino, de mi casa al metro de Petare. De regreso pensé "¿qué tal si el pana es un empleado o dueño de una tienda?", así que entré a todos los negocios abiertos, observé rápidamente y sin preguntar y salí al no encontrarlo.

Con mi optimismo intacto, pensando en lo cómico que resultaría el viaje para mis amigos de twitter, fui a la otra punta de La Urbina, donde se paran los autobuses para recoger pasajeros ("tal vez el tipo es de los que gritan los destinos para atraer a los pasajeros a cambio de propina"), pero tampoco hubo suerte. Los mototaxistas del sitio me aseguraron "no habe'lo visto, menol". El destino era cada vez más lógico: la zona industrial.

Revisé la mitad de la zona industrial, solo para toparme con un compañero de la barra del Caracas FC, que, una vez que le conté mis planes, me miró con la cara que miran al profeta de Chacaíto, ese que profesa sobre el fin del mundo. "Marico,
¿estás loco güevón?". Estuve tentado a responder "sí, sí lo estoy", pero en vez de eso continué mi búsqueda de manera diplomática y con una sonrisa en los labios, sabía que esta conquista sería muy mía y pocos la entenderían.

De un momento a otro dejó de ser por la camiseta y empezó a rodarme por la cabeza que el portador debía tener mil y un historias de fútbol: tal vez conoció a Dogletta, tal vez vio jugar a Stalin alguna vez, o trotó junto a alguno de los hermanos Maldonado. Tenía otro objetivo: tal cual película estadounidense, le compraría un café al señor y me contaría historias.
¿Cómo sabía que él accedería? Quien vista una camiseta de 8 ó 9 años de antigüedad debe tener algún tipo de pasión, y los apasionados nunca se rehusarán a contar su historia.

La clave del juego, entendí, eran las líneas de taxis. Ellos, estáticos en su trabajo, deben ver miles de personas al día. Tal vez si dejo mis datos en un par de coordenadas distintas, mi futuro amigo futbolero se aparecerá por ahí, me llamarán y podré reunirme a hablar con el obrero futbolista. Dejé mis datos y la descripción del sujeto en dos líneas de taxi distintas, y en ambas me preguntaton "
¿Por qué, chamín, ese diablo te robó?". "OK, tengo cara de güevón, en dos sitios distintos me han preguntado si me robaron. ¿Será que tengo cara de ser robable?". Aunque una vez que expliqué mis verdaderas intenciones recibí mucha empatía. La gente quería que encontrara a mi pana, me deseaban éxito con una sonrisa honesta e indeleble en sus rostros.

Después de dejar mi número en la línea de taxis de El Marqués y la zona industrial de La Urbina, pensé que sería cuestión de tiempo para cazar a mi presa sin techo, así que decidí recorrer lo que restaba de la parte laboral de La Urbina. Sin suerte, supermercados y abastos descartados también. Pensé visitar Petare a fondo y retumbaron las palabras de los taxistas, ¿será que me roban? ¿Será que no tengo el 'look' requerido para salir en una pieza si entro? Así iba perdiendo la fe.

Decidí hacer una última parada en el lugar del crimen, a ver si encontraba más pistas. Concidencialmente, ahí también había una línea de taxis, y dejé mis datos. De las cuatro personas, tres fueron muy empáticas y alentadoras, y el otro, callado y distante, parecía no haber escuchado mi clamor. Después de preguntar en la caseta de seguridad cerca del sitio, el misterioso taxista distante me gritó "CHAMIIIIIIIN", sin dudar corrí al sitio. Me dijo que revisara en un edificio donde estaban haciendo unos trabajos, que ahí había entrado gente de aspecto desaliñado.

Sí señor, le dije. Y fui.
¿Recuerdan al principio de la historia, cuando no podía dormir por los hijos de puta que taladraban el piso sin cesar? Bueno, mi borrachín, mi futbolista, mi amigo y compañero estaba más cerca de lo que yo creía. Incluso, molesto, le había mentado la madre desde mi casa. Estuvo siempre ahí, bajo mis narices, con su gorra de los Yankees y taladrando el piso, dañando y ensuciando aún más la querida camiseta. No había necesidad de caminar una hora y media en busca de un profeta del fútbol y dañar aún más mi tobillo, pero no importó. El fin justificó los medios y no sentí que había perdido el tiempo.

No dudé en llamar al señor y acercarme a él. A medida que se acercaba, estaba más seguro que tenía todos los números para llevarme la camiseta, pero cada vez la quería menos y menos. El escudo en la parte izquierda se parecía cada vez menos al escudo de la FVF, y cuando llegó a mi rango de visión, pude notar claramente que no era. Conversé con el obrero para ver de qué iba la camiseta:

- Chamo, esa camisa es igualita a una de la Vinotinto de hace burda de tiempo.
- No vale,
¡qué va!. Esta la tengo desde que jugaba en Montalbán con un equipito fino con mis panas.
- Ah caramba, si tuviera una foto de la que busco te la muestro y te caes de espalda. Es la fotocopia.
- Imagínate.
- Imagínate tú, me recorrí toda La Urbina y parte de El Marqués buscándote y estás trabajando a una cuadra de donde vivo.
- (risas) martes 13 chamo.
- Debe ser - dije incrédulo,
¡pensamos lo mismo!
- Bueno, disculpa que te hice caminar todo eso.
- No vale, ni pendiente. A ver, una foto, esta vaina nadie me la va a creer.
- ¡Qué va viejito! No me tomo fotos, esa vaina es pavosa.

Así que llegué a mi casa sin camisa nueva, sin foto y con un dolor de tobillo inmenso, pero para nada derrotado, pues saqué una linda historia de lo que el fútbol nos hace hacer algunas veces.

8 comentarios:

Harold Gómez dijo...

Definitivamente men el futbol es vaina de otro mundo. Hay que ser uno de nosootros para entenderlo. Que comico, mi novia trabaja por la urbina y esta mañana estuve por ahi, quiza te vi pero bue... Bueno mas nada men que gane el Caracas hoy.

Sicko dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Sicko dijo...

¿Estás seguro que ese camisa es de hace 15 años, es decir 1995? Si mal no me equivoco la primera Atletica es del 98 y es la amarilla con el Mapa azul con el que la sub-23 ganó los centroamericanos con el Pato Pastoriza. Además para el 95, si mal no recuerdo la equipación de la selección era de la Puma.

Esa que tu dices, se la regalé a mi hermano en su cumpleaños, si mal no recuerdo en el año 2001. Aquellos momentos cuando comprar una camisa de la selección era casi como encontrar ahora Harina Pan, sabes que existe y que alguien la debe vender, pero ¿quien coño?, la vi en el Sambil, consideré que era un regalo que él apreciaría y obviamente mami pagó, la compramos con short incluido y era justo el último "conjunto" que les quedaba. Aunque creo que para ese momento era un modelo viejo, porque poco tiempo después en Margarita compré la segunda camisa (la amarilla) del modelo justo antes que cambiaran a la vinotinto unicolor con el escudo en el centro y era un modelo distinto. Esa me costó 65.000 bolos (BURRRRRDA DE CARA, esta vez creo que fue papi quien pagó) en Semana Santa del 2001, pero fue tal cual que la vi de reojo pasando al lado de la tienda y estaba era adentro, ni siquiera en el mostrador.

Para tu mala suerte mi hermano no vive en Venezuela, la camisa se deshilachó bastante rápido (esas atletica eran de dudosa calidad, ¡TODAS!) y de todos modos así esté en mal estado dudo que la quiera dejar de tener.

elsenormopa

(borré el anterior porque tenía un par de errores evidente, no recordaba que blogspot dejaba marca de los comentarios borrados)

miguelangel_gg dijo...

Excelente locote... tu sabes que es lo de pinga del cuento? No es precisamente la búsqueda de la camisa sino que aun queda gente dispuesta a colaborar, sobre todo en algo tan "sin importancia" para muchos...

Manuel Hernandez dijo...

Excelente acécdota, espero que no suceda lo que dices al principio y la olvides. Es un tremendo cuento para tus hijos y nietos.

De paso, me gusta mucho la narrativa.

Manuel.

Weslly Labrador dijo...

Chamo tremenda anecdota, y complementada con una buena narrativa que da gusto leer.. Gracias por compartir el cuento!

Este blog es una mierda dijo...

Un venezolando escribiendo de futbol jajajaja, eso es como un mexicano escribiendo de básquetbol oun brasileiro escribiendo de rugby. Ande a escribir de algo que sepa

Sicko dijo...

Mejor un venezolano escribiendo de futbol que un subnormal creyendo que escribe un mensaje inteligente.